Aquel pueblo se llenó
por completo de palomas,
en los llanos, en las lomas,
¡todo todo se cundió!
Ningún espacio quedó
libre del revolotear,
cada calle, cada hogar
de murmullo está tupido,
la ciudad se ha convertido
en un amplio palomar.
Palomas sin palomar,
palomas que van y vienen,
palomas que aun no tienen
un sitio donde anidar.
No hay por donde caminar,
el tránsito, suspendido,
las oficinas han sido
invadidas por completo,
los parques están repletos,
hay un caos en general.
La ciudad está invadida
desde la tierra hasta el cielo,
la ciudad es un revuelo
que cambia el ritmo de vida.
No hay entrada ni salida
que escape a este derrotero,
mientras tanto, el mago Otero
en aquel teatro actuando,
seguía sacando y sacando
más palomas del sombrero.
© Gabriel Moquete
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