miércoles, 15 de marzo de 2017

SERMÓN DE ADVIENTO, 21 de Dic de 1511 (Décimas)

Monumento a Fray Antón de Montesinos

Era don Diego Colón
virrey y  gobernador,
era esta tierra un primor
¡oasis de salvación!
Ríos, en toda dirección,
oro, a flor de las arenas,
vegetación noble y buena
y tierra tierna y feraz,
montañas llenas de paz,
gente apacible y muy buena.

Un apetito nervioso
hincó a los conquistadores
al ver los alrededores
tan ricos y tan hermosos.
Dentro de aquél alborozo
por repartir lo que vieron
en bandos se dividieron
por ambición desmedida
y hasta por grupo o partida
los indios se repartieron.

Aquellas reparticiones
de indios, fueron tremendas,
le llamaron encomiendas,
y eran tristes sus funciones.
Los metían a plantaciones
de caña para moler,
o los ponían a mover
molinos azucareros,
en menesteres tan fieros
tiende el indio a perecer.

Los indios, no acostumbrados
a estos trabajos tan fuertes,
fácil hallaban la muerte
en los trabajos pesados.
Eran así condenados
con tratos muy vejatorios
a morir en los emporios
de la colonización,
por gente de otra nación
que invadía su territorio.

Para ese tiempo llegó
una compañía de curas
y alarmó, ante la tortura
que contra el indio encontró.
Un mensaje elaboró
para leerlo a esos ricos
que estaban haciendo añicos
al indio que aquí habitaba,
la voz que así se expresaba
son de Orden Dominicos.

Fray Pedro Córdoba era
de esa orden, coordinador,
Montesinos orador,
para que el sermón dijera.
Invitaron a la esfera
del clan colonizador
con cariño y mucho  ardor
para la misa de adviento,
¡   estaba lleno el convento,
era regio,había rigor  !

Los frailes habían logrado
su objetivo, de llenar
aquél sagrado lugar
con su plan, bien orquestado.
El gobernador, sentado
con todos sus ayudantes
en los asientos de alante
por ser las autoridades,
más atrás, las amistades
y la asistencia restante.

Cuando comienza la misa,
Montesinos, suavemente
con su palabra elocuente
el momento sintetiza.
Habla de que, simboliza
esa palabra de adviento,
la espera del nacimiento
de Jesús, el Nazareno,
y va andando en el terreno
de los acontecimientos.

Y cuando llega al sermón,
su semblante de orador
toma un gesto de dolor
que invade todo el salón.
Y con soberbia pasión
les dijo: — ¡Todos estáis
en el pecado, y moráis
y morís por la crueldad
y tiranía y maldad
que con esta gente usáis!

Y su discurso mordiente
siguió con más aspereza
ante la torpe realeza
que le escuchaba silente:
—¿Con qué justicia, a esta gente,
que están en sus tierras, mansas
tanta crueldad y matanza
y tanto daño causar.
¿No sois obligado a amar
como hermanos en la crianza?

Estas, entre otras razones
el orador increpó,
el eco multiplicó
la andanada de emociones.
Esto abrió las condiciones
para al indio defender,
para enfrentar el poder
de aquellos abusadores
que eran  esclavizadores
para su bien obtener.

Y aquellas autoridades
que vivían aquí tan ñoñas,
ardieron con las ponzoñas
de estas dolientes verdades.
Desnudos por las maldades
denunciadas por el clero
retan a que el venidero
Domingo, tambien de adviento,
en ese mismo convento
se retracten los voceros.

¡Oh sí, muy bien, cómo no!
los frailes les contestaron
y cortésmente aceptaron
lo que el virrey les pidió.
Y así, el Domingo llegó
y en esa otra ocasión
en el templo de oración
también tembló el asesino,
¡Habló el mismo Montesinos!
¡Y les repitió el sermón!

©Gabriel Moquete

 De mi próximo libro HISTORIA RIMADA



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