domingo, 2 de abril de 2017

LA MUERTE DE UNA MARCHANTA



Por GABRIEL MOQUETE

Campanas del campanario
de la iglesia del poblado,
toquen a duelo cerrado
que hay luto en el vecindario.
Doña Florencia Rosario,
la marchanta que venía
en su burra día a día
con nostálgico pregón,
ha cambiado de opinión,
se marchó con su agonía.

Murió la vieja marchanta,
la marchanta de las flores,
la que con roncos temblores
vendía a plena garganta.
No era virgen ni era santa
pero su canto era amor,
en su tumba no hay rumor
de rezos y letanías,
¡la que flores repartía!
¡Nadie le llevó una flor!

Se fugaron las abejas,
se fueron del colmenar,
todas vuelan a danzar
en la tumba de la vieja.
Exhiben tristes las quejas
propias de un duelo mayor
pues se ha escapado la flor
que más polen les brindaba,
la que entre aromas cantaba,
la que pregonaba ¡amor!

No toquen a duelo, no,
repiquen gloria, campanas,
que la tumba de la anciana
de gozo se rebozó.
La abeja vino y regó
el polen de sus labores,
mariposas de colores
no caben en el confín,
la tumba es grato jardín,
¡está tupido de amores!

©Gabriel Moquete

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